Lo oyes gritar como a un loco.
Grita y zumba y sopla y vibra y tañe y retumba sobre
todas las cosas a las que amarás sobre todas las
cosas.
Nos volverá locos.
Seremos espejos donde se reconoce la mirada.
Satisfecho.
Como un sordo que no reconoce su sordera.
Ignorante de su firmeza, seguirá gritando y
zumbando y soplando y vibrando y tañendo y
retumbando sobre todo nuestros restos, incluso
sobre nuestros cadáveres que serán tan sordos.
Por siempre y mientras el aire exista.
(E. Munch., El grito)
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