martes, 5 de febrero de 2013

Albert Sánchez Piñol

Albert Sánchez Piñol (Barcelona, 1965) es un antropólogo especializado en África. Su primera novela, La pell freda, ha sido un fenómeno literario; se ha traducido a veintidós idiomas en veinticuatro países. También ha publicado varios relatos breves y un ensayo satírico sobre la naturaleza de la dictadura.

El día que conocí a Albert Sánchez Piñol estábamos rodeados de gente que nos observaba. Nos habíamos citado en el Museo de Arte Moderno del parque de la Ciutadella para grabar una de las entrevistas del programa Alexandria. Era una sesión triple, con Albert y otros dos autores bien veteranos: Josep Maria Espinàs y Ana María Matute. Hacía casi un año que La pell freda [La piel fría] cosechaba lectores a montones, pero su autor era un perfecto desconocido. No sólo no se prodigaba en público sino que tenía fama de huraño. La novela me había gustado y todavía me gustaba más que, por primera vez en la historia reciente, un texto catalán llamara la atención del mercado internacional por sí mismo, sin apoyos institucionales de ningún tipo. Llamé a Isabel Martí, la editora de la novela, y después telefoneé a Albert, sin los intermediarios habituales de la práctica televisiva. Debió gustarle lo que le dije, porque se presentó en el museo y grabamos una de las mejores entrevistas que recuerdo.

Hay dos detalles de aquel día que me lo han grabado de una manera imborrable. El museo acababa de vivir su última jornada abierto al público. Su fondo se trasladaría al Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) y el edificio sería engullido por el Parlament. Si normalmente un museo de arte ya tiene un aire de cementerio, aquel día el tono elegíaco era el dominante. Cuando me cambiaba de ropa para entrevistar a Albert, a solas en una cámara, alcé la vista un instante y me topé con la pétrea mirada de la escultura titulada Desconsuelo, de Llimona. En aquel preciso momento, mientras yo estaba en calzoncillos ante tan desconsolada dama, al lado, casi puerta con puerta, el Parlament de Cataluña se preparaba para celebrar la toma de posesión del presidente Maragall.

Desde aquel día, ya lejano, ante el pétreo Desconsuelo de Llimona, he ido coincidiendo aquí y allá con Albert. Cada vez es menos huraño, pero no por eso deja de decir lo que piensa. Y lo dice como escribe. A las claras. Me gusta su insobornable radicalidad. Su escritura rebosa independencia de pensamiento. Los catalanes somos hijos de un país agónico que no sabe qué quiere ser de mayor, pero todavía nos queda Piñol. Me gustan los países con pinyol, esto es, con meollo.

Màrius Serra, "Amb pinyol", La Universitat, n.º 31 (marzo 2005)
Información tomada de  http://www.lletra.com/es/autor/albert-sanchez-pinyol