jueves, 12 de mayo de 2016

TALLE DE RELATO CORTO

       ENFADADA
Estimados, porque de alguna manera tengo que llamarlos, compañeros de clase del  Taller del Rosario.
Pero, ¿por qué escriben los relatos tan bien, que chafan los míos?  Después me miran  comprensivamente, "la pobre, no da más de sí". Pues que sepan que la capacidad se mide según la edad;  cuando lleguen a mis años ya se darán cuenta.
Las hormonas se ponen en huelga y comienza la pelea con el vecino. No tienen idea de cómo lo hacen que si la razón por aquí, que el sentido común por allí, no se ponen de acuerdo quién va primero o cuál después, así que lo tengo bastante jo..., con el trabajito de esta semana; me dicen que escriba una carta con no sé qué emoción: enfadada, llorona, asustada…
De verdad, ¿quieren verme enfadada? Pues ahí va. Hace un mes que tengo mi casa en obras por culpa de unos cables quemados, pero les digo que la que echa chispas soy yo.  Vaya un hatajo de gandules y mangantes apestosos. No vean cómo dejan el baño, “orines hasta en la puerta. La madre que los parió, estoy haaaarrta”
Triste: no se imaginan la de veces que he llorado al ver mi casa arada como un campo de fútbol antes de plantar el césped. Creo que me quedo corta,  más bien parece la central de la Nasa, las paredes cubiertas por tubos negros, como culebras profanando mi hogar. Aquí, donde nací, ella me mira y grita ¿por qué  lo permitiste?
Asustada: mucho;  no sé cómo va a quedar, no es mía pero me hice responsable de la obra, una casa antigua que, según la taladraban, surgían problemas estructurales que he tenido que afrontar. El presupuesto para el ¡arreglito! se ha  esfumado, como la ola contra la roca. Por si era poco la puerta de entrada  me ha provocado tanto dolor de cabeza que ya tengo fija una migraña.
Me recomendaron un carpintero para restaurarla; entusiasmada para darle una sorpresa a la familia dije que sí “en mala hora”. Di con la joya del gremio de la madera, tiene más ego que Napoleón coronándose emperador, “chapucero de mierda”, le hice arrancar una guía y le indiqué cómo se ponía.
Perdonen por desahogarme en esta carta.
Nos vemos en clase.
Ylde.
                                                           
    Henry Martin