martes, 5 de julio de 2011

RINCÓN DE LECTURA


Lo que más me gustaba de mi oficio era la relación que yo había conseguido mantener con las flores. Tenía la impresión de que todas me hablaban, de que abrían sus axilas, tensaban sus pedúnculos y alargaban hacia mí sus pétalos para agradecerme que las hubiera cultivado, y se me antojaba que dentro de cada flor había un par de ojos que me miraban.

(Fulgencio Argüelles. "El palacio azul de los ingenieros belgas")

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