Era una tarde calurosa y en consonancia con ella el compartimento del tren resultaba sofocante, además faltaba casi una hora para la siguiente parada [...] Tanto la tía como los pequeños tenían una forma de hablar limitada y persistente que recordaba las atenciones de una mosca que no cede al desaliento. La mayoría de las observaciones de la tía empezaban con "No" y casi todas las observaciones de los niños empezaban con "¿Por qué?. El hombre no decía nada en voz alta.
(SAKI. "El contador de cuentos")
¿Por qué?, ¿Por qué?, ¿Por qué? jajaja, me recuerda la infancia..., el No de los adultos y el por qué de los niños.
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