Como cada mañana Iugam se levantó, se lavó la cara, se vistió y salió a trabajar. Iugam trabajaba en los arrozales todo el día, todos los días. Saludó a sus compañeros, cogió su pala y se dirigió al sitio que más le gustaba: desde donde se veía amanecer cada mañana. El sol salía despacito -como una bola grande de fuego- desde detrás del mundo, era sólo un instante lo que duraba ¡pero era tan maravilloso! ... Cada día era distinto al anterior, los colores con los que se teñía el cielo adquirían distintas tonalidades y ya Iugam sabía si ese día iba a ser azul o gris, si iba a hacer frío o calor y él notaba que su estado de ánimo tenía mucho que ver con ese momento.
Tragó saliva, respiró hondo, ¡que nadie lo distrajera, por favor! Y empezó la ceremonia: hoy venía inmenso, amarillo y como con pinceladas color fuego en los bordes y en el medio. Hoy se ha puesto un vestido de fiesta –pensó. Se elevó lentamente como cada día, en una redondez perfecta, parecía que se veían siluetas de paisajes dentro, que llevaba un paraíso en su interior. El chico aguantó la respiración hasta que estuvo todo fuera, luego le dio las gracias con su alma como cada día y ya se disponía a coger su pala cuando de repente percibió que algo se movía: asomaba otro círculo pequeño, de un naranja más oscuro que se movía alrededor de ese inmenso sol. En los años que llevaba en el arrozal, no había visto nunca el sol acompañado, siempre salía solo, a veces después se escondía y no se le veía apenas en toda la jornada, otras veces se hacía muy pequeño, pero con otro ser ¡jamás! Esa mañana estuvo espléndido: grande, firme, bello y ese otro ser se paseó bailando por el contorno de su cintura.
(Otoño 2004)
Me ha gustado, además de dejarme también la sonrisa puesta... Ahora habrá que ver cuánto me dura.
ResponderEliminar¿No nos cuentas más de Iugam?
Muy bonito relato. Me pregunto quién lo habrá escrito, ¿habrá sido "Café Con Duende"? Ah! ¿y "Café Con Duende" quién será?
ResponderEliminarEn la próxima reunión hablaremos de los textos publicados. Cafeconduende somos todos, así que a ver quién ha escrito qué. jejeje
ResponderEliminarIngenioso y muy tierno relato, me ha gustado la frase "nunca había visto al sol acompañado siempre venia solo", ese tratamiento humano que le das a los astros lo hace muy cercano, me ha dejado muy buen sabor de boca.
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