viernes, 15 de julio de 2016

TALLER DE RELATO CORTO

La unidad del dos


La unidad del dos existe. Puede que lo nieguen los matemáticos, incluso los filósofos ortodoxos.

La unidad del dos, existe, es real, inquebrantable y omnipresente. La unidad del dos existe y es más importante que el teorema de Pitágoras (aunque éste también debía saber lo que era la unidad del dos, con su vestimenta blanca y sus  gustos vegetarianos).

La unidad del dos es convertir dos miradas en un mirar. Es cogerse las manos sin rozarse, es beber en ríos distintos de una misma agua. Es respirar del mismo aire y compartir un vacío infinito.  

Mientras escribo esta reflexión, oigo de fondo la voz de Joan Manuel Serrat, cantando a Benedetti: “Una mujer desnuda y en lo oscuro es como un resplandor que nos alumbra”. No se si esto es la unidad del dos; me gustaba más el Benedetti de “La tregua” (Avellaneda sí supo lo  que era la unidad del dos).

Algunos prefieren al Serrat que canta: “De alguna manera tendré que olvidarte, no es fácil ya sabes, me faltan las fuerzas. Y nada más, apenas nada más…”

La unidad del dos es que bajen a un pozo profundo a buscarte y se queden. Esa es la unidad del dos.

Para algunos la unidad del dos es un abanico cerrado que golpea la palma de la mano: “te vas a enterar”, preludiando el conocimiento del otro. Eso también puede ser la unidad del dos.

La unidad del dos es pensar que la constelación del Aguila puede dar aguiluchos, aunque suponga una locura. 
                               
Fuente: WardyArt


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