"Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada.
Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos.
Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la
cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado
de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la
noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo
demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi
conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la
libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio
que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y
toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a
diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque
tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta
de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme
de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada,
pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito
de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí.
Sólo quiero eso. Casi nada. O todo."